El sobrevivir al enemigo, se dice, es una forma de venganza. Esto explicaría las recientes celebraciones de muchos cubanos expatriados en la Calle Ocho en Miami recientemente, sobre la cirujía que se le practicó a Fidel Castro recientemente, pasándole temporalmente el poder de Cuba a su hermano, Raúl Castro.
No se había visto nada parecido en Cuba por cerca de 47 años, pasar el poder aunque fuese «temporal» a Raúl sienta un precedente de aires de cambio en Cuba, es como si fuese un cambio anunciado. Fidel no sólo es el dictador más longevo en la historia moderna, es asimismo el arquetipo de un paranóico comunista, cruel, inseguro y desafiante.
Fidel ha estado obsesionado con un anti-americanismo por más de medio siglo, ha estado más interesado en su legado como revolucionario que se ha mantenido contra el imperialismo. Raúl, cinco años menor que Fidel y dedicado históricamente, como su hermano, a la revolución, fué el hermano que entabló amistad con el Ché Guevara y que presionó en la adopción de un comunismo de línea dura en 1960. Después que Batista fué desposeído, hizo la mayoría del trabajo político sucio.
Aún con su brutal pasado a cuestas, Raúl Castro es considerado como un reformador, y esto es relativo, debido a la dureza de su narcisista hermano. Se dice que ha expresado preocupación por el sufrimiento de la gente en Cuba bajo el actual sistema de cosas, y ha sido una voz consistente en pro del cambio económico.
Sin embargo, como ha sido jefe de las fuerzas armadas Cubanas, ha obtenido ganancias personales, principalmente del turismo. No cabe duda que ha observado como la parte militar en China a prosperado de la liberalización de su mercado, y sabe perfectamente que si algo pasa, y el embargo de Estados Unidos se levanta, sus seguidores Raulistas y él mismo serán los inmediatos beneficiarios. El conocimiento lo tiene ya que en las etapas cuando la Ex-Unión Soviética se colapsó a principios de los 90’s, presionó para alguna actividad económica privada en la autorización de la apertura de pequeños mercados, «restaurants» en casas privadas, alguna actividad de inversión por parte de extranjeros y la creación de servicios de taxis para los turistas.
Sin embargo sigue habiendo mucho desencanto en la isla, Raúl se encuentra alerta de las consecuencias de la apertura económica y se espera mucha represión política si su hermano llega a morir. Aunque se sabe que los movimientos libertarios son difíciles de contener cuando los mismos se ponen en marcha, se espera sin lugar a dudas que Raúl, en caso de que Fidel falleciera, adoptaría el modelo Chino de apertura de mercado y de inversiones extranjeras, al mismo tiempo que ejercería un estricto control político. Estados Unidos deberá mantener los ojos muy abiertos para abolir el Acta Helms-Burton, de 1996, que proclama que un Presidente de Estados Unidos podría no levantar el embargo al que Cuba está sujeta hoy día, mientras Fidel, Raúl o alguien que ellos hayan elevado al poder se encuentren gobernando.
Lo anterior niega una importante discreción de poder al Presidente en turno, en caso de que Fidel muera o se encuentre incapacitado para gobernar. Y reduce la posibilidad de promover un cambio pacífico a través de relaciones comerciales con la isla.
Lo que pase en el futuro, la eventual muerte de Fidel Castro, será un momento de esperanza para la liberación de la isla, que alguna vez fué considerada una joya de las Américas, y si Raúl desea ir en ésa dirección, Estados Unidos deberá mostrarle el camino.
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